La deuda y los costos ocultos de no negociar

Martes 29 de julio de 2014
Si la Argentina no revela su voluntad de negociar (voluntad de acuerdo y de cumplimiento de la sentencia), la dinámica de la economía local se volverá compleja, imprevisible y más negativa aún.
Así, en enero (ya sin “riesgo Rufo”), el Gobierno puede enfrentar un contexto político y económico que podría llevarlo a tomar decisiones muy distintas a las barajadas actualmente. El andamiaje legal construido con espíritu fundacional que dividió la deuda externa en nueva y antigua (de “otro”) a la que se le reconoce 25 centavos por dólar, no fue aceptado finalmente, por la Justicia de Nueva York.
Para evitar estos riesgos, Grecia pagó 100% de los casi 7 mil millones de euros de los deudores que no habían aceptado la quita de 75%.
Luego del fallo adverso de hace 2 años, la Argentina podría haber elaborado, por las dudas, una estrategia alternativa, como pedirle al juez que emita, con tiempo, un “declaratory judgment” (sentencia declarativa) declarando que el eventual acuerdo con los holdouts no es un “voluntary offer” (oferta voluntaria) bajo la cláusula Rufo.
A un día del 30-J, con temor a las secuelas que el desenlace puede tener sobre la economía, surgen tres escenarios posibles: a) la Argentina negocia; b) el “stay” (cautelar) es repuesto a instancias del juez o los holdouts o c) se configura el “evento de default” (definición contractual que el país incluyó en el prospecto).
En el primer caso (a), la Argentina revela claramente su voluntad de cumplir la sentencia, lo que no significa que pague inmediatamente y en mejores condiciones a los holdouts (sin “riesgo Rufo”) y se configura el mejor escenario: se recupera plenamente la capacidad de ingreso de fondos frescos, la economía real ve amortiguada la caída que registra y los activos financieros vuelven a estar fuertemente demandados.
En el segundo (b), el juez puede reponer el “stay” porque se da cuenta que tomó decisiones apresuradas con información incompleta o porque los holdouts se lo solicitan (prefieren darle la oportunidad a la Argentina de pagar sin “riesgo Rufo” el año que viene para evitarse mayor incertidumbre).
En este caso, dado que el país no revela completamente su voluntad de cumplir con la sentencia en enero, el mercado financiero seguiría expectante, sin ingreso de divisas por financiamiento primario y con cierta demanda de activos en el mercado secundario. Sin financiamiento ni divisas, la economía local quedaría en el actual estado de deterioro creciente.
En el tercer ítem (c), emerge el escenario más complicado por la dinámica que le imprimirá a la economía argentina y allí se abren dos especulaciones de cara a 2015 respecto de por qué el país entró en default: 1) dominado por el miedo al “riesgo Rufo” no negocia ni paga en 2014 suponiendo que puede evitar (o recomponer más adelante) la caída formal del canje 2005/2010 y cumple con la sentencia en enero, generando así un “auto-stay” y 2) el país no quiere pagar, aún en 2015.
Se pretende exhibir el escenario de “auto-stay” (c) 1) como si fuera lo mismo que el de “stay” (b), minimizado los costos de un default y la probabilidad de que no se caiga el canje, lo que estaría revelando cierto grado de voluntarismo y falta de atención a la dinámica de acontecimientos, fuera del control del Gobierno, que la propia decisión pueda generar.
Aún si el Gobierno entra en default con el convencimiento de que en enero pagará y solucionará el problema, la falta de financiamiento será extrema.
¿Cómo se financiarán los desbalances macroeconómicos que ya existen? Sólo quedará la opción de continuar con el cocktail de financiamiento inflacionario, controles de cambio y restricciones a las importaciones. Así, enero de 2015 se parecerá más a enero de 2014 que a junio de este año y las condiciones político-económicas bajo las cuales se tome la decisión de pago serán otras.
Las intrépidas sugerencias actuales de “aprovechar” para reestructurar toda la deuda con Ley extranjera (pre y post-canje), en enero, con el canje caído y la economía mucho peor, podrían mutar a “ya que estamos, incluyamos la de ley local y reestructuremos todo, de forma que sea pagable para el pueblo argentino”, que no consideran los costos que estas alternativas tienen para el futuro del país.


Por Alejandro Henke y Eduardo Ganapolsky
Director y presidente de Proficio Investment