"La historia misionera es de despoblamientos y sangrías”

Lunes 12 de abril de 2010
El perfil (Jorge Francisco Machón) | Nació en 1935 en Posadas, Misiones. Es profesor de Historia e historiador. Preside la Junta de Estudios Históricos, Sociales y Literarios en Jardín América. Es miembro correspondiente por Misiones en la Academia Nacional de la Historia. Tiene más de diez libros publicados, además de numerosos trabajos.

Jorge Francisco Machón habla de Misiones con la pasión de quién eligió vivir en ella. Es posadeño y hace 50 años vive en Jardín América. Aunque heredó el asombro por esta tierra de su padre, inmigrante francés, y ese arrobamiento todavía late en las cartas que su padre escribía a una tía que quedó en Francia y que el historiador atesora.
Y así como ama estas tierras en las que está orgulloso de vivir, no deja de felicitar la insistencia de su padre para que conserve la ciudadanía francesa. La misma que le permitió a su hija radicarse en Suiza cuando la crisis argentina cerraba oportunidades, cumpliendo en tres generaciones un trayecto familiar muy argentino.
Este profesor de Historia, que fue diputado entre 1973 y 1975, se dedicó a la investigación histórica tras jubilarse de la docencia y publicó varios libros y trabajos. Y a diferencia de aquellos a los que cuanto más conocen más se desencantan, este misionero es un apasionado de la tierra que eligieron sus padres y de la gente que la habitó y la marcó con su entrega.

 

¿Qué significa este Bicentenario?

Es un momento de reflexión. El Bicentenario nos ayuda a que empecemos a comprender más qué significó para Misiones y en Misiones la Revolución de Mayo.
Porque para todo el mundo, la historia misionera se centra en el período jesuítico, últimamente tiene mucho auge el repoblamiento inmigratorio, y este es el momento de reflotar en las escuelas la participación que tuvo Misiones.
No solamente declamando que fue la primera provincia que se adhirió a la revolución de Mayo, con Tomás de Rocamora, el gobernador interino, que era criollo y nicaragüense.
Fue una situación conflictiva. Ahí tenemos el primer resultado. Una disgregación más de la gran provincia de Misiones, es decir los ex pueblos jesuíticos. Ya habíamos tenido un primer fraccionamiento cuando los portugueses se quedaron con las Misiones Orientales. Y ahora tenemos uno nuevo por el choque entre el Gobierno de Buenos Aires y el Gobierno de Asunción, que se pronuncia por el Régimen de Regencia.
Pero estos detalles no es lo que interesa. Interesa reflexionar que de entrada se vio Misiones inmersa en la problemática de la Revolución. Que para unos era nada más que el cambio de autoridades, de un Gobierno español a uno criollo; para otros fue una revolución.
Y aparte en una Misiones donde casi la totalidad de sus habitantes eran misioneros guaraníticos. Entonces, en este conflicto entre Buenos Aires y Asunción, se produce la llegada de Belgrano. Y así sí, para mí, entra la revolución. Con el reglamento, se efectiviza la revolución. Y es bien asimilada y entendida por nuestros líderes guaraníticos. Y no nos debe extrañar después que cuando vienen las ideas federales, Andresito se sume.
Es el momento de reflexionar y valorar la actuación de nuestros líderes misioneros guaraníes.

 

¿Tienen nombre?
Es un plato pero toda esta etapa nosotros la centramos en Andresito. Y Andresito no estuvo solo.

 

Pero es al único que conocemos
Y nos estamos olvidando de estos otros que fueron lugartenientes de él. Gente muy particular. Matías Abucú, por ejemplo, que hasta su señora contribuyó a la causa libertadora. Y que cuando estuvo Belgrano se vino de Apóstoles, a conversar con Belgrano. Y después, cuando San Martín pide gente, son los mismos que juntaron los reclutas de Apóstoles y la zona del Uruguay, y se los llevaron a San Martín. Y hay detalles, como por ejemplo, cómo lleva Matías los reclutas y las recomendaciones que les dan. Que había que cuidarlos, que hay que tratarlos bien en el idioma. Y tener cuidado porque gustan mucho de cambiar mujeres (Risas).

 

¿Y qué desafíos aparecen ante el Bicentenario?
La revolución de Mayo no fue la revolución de la República Argentina. No existía República. Fue pensada como una revolución de la Patria Grande, la de Bolívar, la de Artigas. Eran las Provincias Unidas del Río de la Plata. Sin perder la identidad de cada pueblo, buscar ese concepto de Patria Grande, de integración natural.
Acá somos privilegiados por la naturaleza. Como decía un amigo mío entrerriano: Misiones es un lindo lugar para anclar y echar raíces. Y eso hizo que Misiones sea de todos. Inclusive, se necesitan muy pocos años de residencia acá para sentirse misionero.
Estamos orgullosos del terruño que habitamos. Estamos orgullosos de su historia, llámese las misiones jesuíticas, llámese de la participación que tuvimos y por eso entendemos este Bicentenario. Y también de los nuevos aportes que hubo.

 

La inmigración. ¿Y las deudas pendientes?
Misiones tiene muchas. Históricamente, salvo Posadas, que tiene calles donde son recordados sus comandantes guaraníes, en el resto de la provincia, salvo por Andresito, tenemos General Paz por todos lados. No tenemos un Pantaleón Sotelo o Matías Abucú. Esos nombres no están en ningún lado. Ahí tenemos una deuda con los pueblos originarios.

 

Usted habla de una historia poco conocida de Misiones.
Sí, ahí estamos armando un trabajo con la Junta de Estudios Históricos de acá. Donde se invitó a cinco autores a presentar sus trabajos y eso ahora está en proceso de edición.

 

Pero la mayor parte piensa en los 56 años que tiene Misiones como provincia. Es una provincia joven.
Lo que pasa es que nuestra historia es una historia de adelantos y retrocesos. Es rica en el sentido de todas las culturas que uno puede pensar desde la época paleolítica, pero hubo grandes despoblamientos, grandes sangrías. Acá tenemos poblamientos y despoblamientos. La historia de Misiones es pintoresca como su tierra. Y son etapas.

 

Hubo una gran discontinuidad. La imprenta de Ruiz de Montoya se la llevaron a Córdoba, a Capital.
Hay cortes. Y despoblamiento. Nadie puede ir acá a cinco generaciones atrás.

 

Habrá alguno
Tengo un árbol genealógico de un hombre que hoy es intendente de Loreto en Corrientes. Lo tengo en su recontratataraabuelo de 1725 que era secretario del cabildo de Corpus. Y a su hijo le puso ese nombre.
Somos producto de un mestizaje completo. Incluso dentro de los guaraníes. Le llaman el crisol de razas. A mí no me gusta el concepto de raza.

 

Pero usted también es hijo de inmigrates
También soy producto de ese mboyeré. Mi padre era francés. Y por el lado materno soy descendiente de alemanes. Y eso es lo lindo de Misiones. Acá en Misiones se terminaron las barreras. Dónde ibas a pensar vos que en la tradicional Europa, se iba a casar una polaca con un alemán. Irreconciliable.
Hace más de 50 años que vivo en Jardín América. Donde veía  casarse a un japonés y una alemana o a un auténtico guaraní hablando alemán. Hoy, lo lingüístico se perdió. Antes en las colonias seguías con el idioma.

 

Los misioneros siempre marcaron su situación de desventaja respecto al resto de la Argentina. Y echando la culpa a un modelo de país centralista.
Justamente. La historia misionera no pudo escapar a lo que muchos llaman la historia oficial. La historia oficial fue con Buenos Aires cabeza del país, la gran cabeza. Y en esa historia porteña, centralista, lógicamente hasta no hace muchos años, Artigas era prototipo de la anarquía. Y Misiones formaba parte de la Liga de los Pueblos Libres, como provincia. Y encima todavía, manejada por sus propios guaraníes. Entonces, en la historia oficial es una historia marginal. Tan marginal era que no supieron defender la territorialidad de Misiones. Misiones recuperó parte de su territorio después de la guerra de la Triple Alianza, como resultado de la victoria. Y pierde, por no saberlo defender, un tercio de su territorio en manos de los brasileños. Después viene otra historia, que por más revisionista que sea, no deja de ser de nuevo sobre el gran caudillo que es Rosas. Volvemos de nuevo al mismo tema. Eso también está en lucha de unitarios y federales.

 

En el libro de Cabral Arrechea sobre Andresito queda la sensación de que Misiones era la tierra en la que se peleaban los paraguayos, los brasileños y los argentinos.
Exactamente. El libro de Cabral es muy bueno para plantear el problema social. Después cuando hacen desaparecer la provincia de Misiones -porque no te olvides que esta no era tierra particular, era del cabildo de los pueblos- sucede el gran reparto de tierras acá.

Claro, porque da la sensación de que Misiones aparece cuando Roca procede al reparto de tierras entre nueve familias.
Es que para esa época ya no había tampoco negros.

 

Habían muerto en las guerras
Los misioneros fueron carne de cañón. Todas esas guerras en Brasil. Y eso es lo lindo de Andresito. A diferencia de estos caudillos -llámese Rosas, llámese Ramírez- él no luchaba por el mantenimiento de sus propiedades. Él luchaba por su gente para que tengan los derechos que nos vienen de la declaración de la Revolución Francesa, igualdad y fraternidad.

 

Era ese el espíritu de la Revolución
El reglamento de Belgrano les da el derecho. Cuando Andresito se dirige a los paraguayos exigiendo el desalojo de Candelaria les dice “como verdaderos americanos que somos”.

 

¿Usted cree que sería una buena forma de celebrar el Bicentenario en Misiones recordando la figura de Andresito?
Sí, la gesta de Andresito y sus lugartenientes que se jugaron por una Patria Grande.

 

 

Una reedición por el Bicentenario

“El 22 de diciembre de 1953, al promulgarse la Ley Nº 14.294 por la cual se reconocía a Misiones el rango de provincia argentina, el Estado no hacía otra cosa que saldar una vieja deuda que tenía con el pueblo misionero: restituirla a la jerarquía que las vicisitudes de las luchas en los albores de nuestra nacionalidad le despojaron”.
Estas palabras preliminares abren la tercera edición del libro “Misiones después de Andresito” de Jorge Francisco Machón. Y la reedición es explicada por su autor precisamente como un aporte al Bicentenario. En sus páginas se repasa y documenta el triste y trágico destino de los misioneros guaraníes, despojados de sus tierras y riquezas (su ganado, estancias, los ornamentos de sus iglesias y finalmente hasta sus yerbales) por las ambiciones principalmente de los portugueses, pero también de paraguayos, correntinos y entrerrianos.
“A fines de 1820, la llamada Rebelión de los Misioneros había terminado. Desde el punto de vista institucional podemos decir que, aunque temporariamente, la provincia de Misiones ya no existía… La población de la región había quedado reducida al décimo de lo que era en tiempos de los jesuitas", apunta Machón en las páginas finales.